Cristina Pedroche lo cuenta todo: noches sin dormir, apego total y mensajes privados que rozan lo paranormal

Cristina Pedroche sigue demostrando naturalidad en Instagram

Cristina Pedroche en una de sus visitas a El Hormiguero

Cristina Pedroche ha vuelto a hacer lo que mejor se le da: hablar sin filtros, sin miedo y sin dejar títere con cabeza (ni chupete con dueño). Esta vez ha usado su Instagram para relatar cómo son sus noches con la pequeña Laia, y la cosa tiene más actividad que una fiesta de pijamas con cafeína.

Según cuenta, cada noche se mete en la cama con su hija para jugar, leer cuentos, subir, bajar, engancharse a la teta (aunque ya no haya leche) y esperar a que el sueño, muy digno él, decida aparecer sobre las 23h como si fuera un invitado VIP. “Soy su chupete humano”, suelta Cristina entre risas, como quien dice que es Virgo con ascendente en caos.

Pero la cosa no acaba ahí. Pedroche también desvela que sigue durmiendo con su hija en la misma cama desde siempre, y que cuando llegue el segundo bebé (porque sí, se viene otro), la idea es dormir los tres juntos. Vamos, que el colecho se transforma en modo comuna afectiva con extra de contacto piel con piel.

Pedroche en estado puro: tetas, bebés y mensajes privados “raros”

Y claro, como es habitual con Pedroche, todo esto ha generado un tsunami de reacciones. Especialmente después de que compartiera un story que provocó una oleada de mensajes privados dignos de análisis en cuarto milenio: “me habéis escrito diciéndome cosas raras”, asegura con su clásico tono entre divertida y pasadita de vueltas.

Porque sí, Cristina habla de lactancia prolongada, del calostro que “en breve me saldrá”, de colecho infinito y de criar como le da la gana. Y eso, aunque suene a algo tan básico como personal, parece que sigue generando debate entre los que se aburren en redes y reparten juicios como si fueran flyers.

Pero al final, lo que queda claro es que Pedroche sigue siendo Pedroche: sincera, sin maquillaje mental, y con una maternidad que no se rige por manuales ni influencers de cartón. Y eso, en un mundo de postureo, es más revolucionario que una teta a las once de la noche.

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