Georgina Rodríguez convierte la MET Gala en su propio desfile de transparencias

La influencer Georgina Rodríguez en sus redes
Georgina Rodríguez lo ha vuelto a hacer. No hablamos de su rutina de gym, ni de sus viajes en jet privado ni de su habilidad mágica para posar con carteras de 10.000 euros como si fueran un tupper. Esta vez ha conquistado el olimpo del salseo: la MET Gala. Sí, esa alfombra roja donde se juega al “a ver quién la lía más con el modelito”. Y vaya si la ha liado.
La pareja de Cristiano Ronaldo apareció enfundada en un vestido negro con vibes lenceras, transparencias para dar y tomar, y un escote que haría sudar a un pingüino. Todo firmado por Vetements, esa marca que le gusta a la gente que dice “fashion” en vez de moda. ¿El resultado? Una Georgina muy diva, muy princesa vengadora y muy fuera de temática… porque, spoiler: la gala homenajeaba la elegancia negra y el dandismo, y lo de Gio iba más por la línea «me he escapado de un videoclip de R&B noventero».
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Como era de esperar, las redes entraron en combustión. En X (antes Twitter, pero siempre el patio de recreo de los opinólogos de sofá), las críticas volaban más rápido que una story de Ibai. Que si “la peor vestida”, que si “¿esto no era una gala y no un after?”, que si “Lady Di se revuelca en su tumba”… porque claro, el vestido estaba inspirado en el icónico revenge dress de la princesa, ese que decía «Carlos, mira lo que te perdiste». Solo que en este caso, nadie entendió muy bien qué estaba vengando Georgina. ¿Una cancelación de vuelo? ¿Un mal café en Dubái?
Ni corta ni perezosa, Gio subió su álbum de la noche a Instagram, con ese tono entre agradecida y superior que la caracteriza. Que si fue una noche mágica, que si gracias a su familia por apoyarla, que si ella persigue sus sueños… Lo típico que uno escribe después de ser arrasada por media España en comentarios.
Georgina Rodríguez a lo suyo, como siempre
Lo cierto es que Georgina ya está curada de espanto. Que si presume demasiado, que si no tiene estilo, que si vive en una burbuja… Todo eso lo lleva escuchando desde que pasó de dependienta de Gucci a reina del mármol en solo dos stories. Así que un puñado de haters no la van a quitar el sueño (ni el jet).
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Eso sí, hay que reconocerle una cosa: sabe cómo mantenerse en el candelero. Puede que su vestido no haya ganado ningún premio de moda, pero ha ganado lo que de verdad importa en 2025: viralidad. Y mientras medio internet sigue debatiendo si iba elegante, provocativa o directamente disfrazada, Georgina ya está en otro lado, probablemente con un batido de proteínas en la mano y una nueva joya en la muñeca. Porque ella será muchas cosas, pero aburrida no.